Poesía







El árbol y el río





Ante mis ojos 
El río…
amarronado, 
sereno
calmo.
Me quedé quieta y en
silencio…
Mis ojos 
mi cuerpo
mi mente
le pertenecieron 
al río.
Mis pies
tomaron contacto
con su agua
y el estrés
de la ciudad
desapareció.
Caminé por la
arena…
con el sol
y la brisa
en mi piel.
Me transformé 
en una nube
transparente
liviana.
Perdí la 
Identidad de humano…
Ahora soy… 
el Río
amarronado
sereno
calmo






Un ciervo dorado





Un niño y su madre 
una tarde dorada paseaban. 
Un ciervo 
grande y manso 
en el bosque  pastaba… 
Tarde dorada. 
Ciervo dorado. 
El niño 
se acercó… 
quería verlo, 
tocarlo. 
Sus manos inquietas 
soñaron con acariciar 
su pelaje dorado 
en la tarde dorada. 
A él se trepó. 
Cerró sus ojos. 
Soñó que sobre 
el ciervo volaba 
entre las nubes… 
Era jinete 
en un ciervo alado 
y la magia los transportó 
a un mundo de 
fantasía que de 
adulto recordó.






La Peste
Uno enfermó
no se sabe cómo...
Sí, quien lo contagió
El que enfermó
tuvo la audacia de pensar
por sí mismo
Y contagió a otros
con sus palabras…
Y pasaron a ser
muchos…los que
Pensaron
Y les agradó…
Sacarse la venda
y ver y entender…
lo que antes no
Sabían
La Imprenta los
ayudó
la palabra escrita
comenzó a circular
Vemos en  "El Nombre
De La Rosa",  de Humberto Eco,
quienes eran los dueños de los
libros guardados bajo siete
llaves…
Con monjes escribientes que con
su pluma
transmitían la Verdad de unos
Pocos… 
La plaza era
el lugar
donde  el pueblo
se reunía a teatralizar su dolor… 
Donde se podía contar
la realidad no “Contada” 
y quejarse,  sin ser
castigado…
del dominio aplastante
de sus gobernantes
y de los "Salvadores"
de sus almas
que les decían…
“Sufre ahora
y no te quejes,
si quieres que te
perdonen tus pecados”
Ese lugar de reunión
ya no fue
lo único que tuvieron para
hablar y ser escuchados…
La imprenta  los
ayudó
La palabra escrita
comenzó a circular
La peste…
de la palabra escrita
se propagó
Y a muchos
de la verdad
Contagió. 






Hey amigo

¡¡¡Hey!!! ¡¡¡Amigo!!! ¡¡¡No te vayas…!!!
Tu mirada,
la de siempre
calma
profunda
me observó…
–Tengo que hacer
el viaje,
no me voy,
dónde estés,
estaré.
Los amigos
NUNCA
se olvidan –
me dijiste con
tu silencio
lleno de
palabras…
Las que usamos
nosotros,
las que no
necesitan ustedes.
– ¡Ni tan siquiera
llores por mí…!
Mira
con tus ojos
del alma, los que
nos dejan tener
otra mirada,
y me verás.
Te abracé
y lloré.
Los seres humanos
lloramos…
¡Amigo, hoy
te veo con mis
ojos del alma
y sonrío…!
Te recuerdo
con ternura.
Gracias, amigo.


En memoria de mi mejor amigo...Darwin,

porque nos entendíamos
sin palabras.
Como los humanos necesitamos
las palabras para comunicarnos,
les digo lo que eres para mí:
¡Inolvidable!
Amigo, estés dónde estés,
sé que estás bien, porque te 
lo merecés.
Nos vemos, amigo.






El niño de la sonrisa dorada 

Nació con su historia de pobreza cargada a sus espaldas como una mochila. La misma historia de sus padres…
De niños que no pueden ir a la escuela, porque su historia de pobreza con hambre destruye sus neuronas, condenándolos a ser por siempre pobres.
La misma historia de desamparo, de gritos, de golpes de violencia, que los marca.
Pobreza de platos vacíos, de órdenes: –“Tenés que ir a conseguir dinero” –le dicen y sale a la calle.
Es la primera vez y el miedo lo paraliza.
Vuelve con las manos vacías. El temor trabó su garganta. Al volver a su casa...
...Su casa fue el infierno de siempre: gritos, golpes, violencia...
…Sólo le queda su sonrisa dorada…
…Sólo tiene su sonrisa de niño...
Vuelve a la calle, pero ahora aprendió la lección: si nada lleva, le darán golpes,  habrá gritos, violencia y en su angustia–desamparo...Sonríe.
Pero…su sonrisa es una mueca.
Le robaron su sonrisa de niño.







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Un ciervo dorado - Poesía

Un niño y su madre  una tarde dorada paseaban.  Un ciervo  grande y manso  en el bosque  pastaba…  Tarde dorada.  Ciervo dorado.  El niño...